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03/05/2024

El Genio

 

Cuando la ira se apodera de nuestra vida debido a una injusticia, el fracaso, frustración o amenaza, todo parece oscurecerse a nuestro alrededor. Nos encontramos encerrados en un túnel emocional en el que sentimos que perdemos el control de nosotros mismos.

 

Las emociones negativas pueden abrumarnos, nublando nuestra percepción y haciéndonos sentir atrapados en un ciclo de pensamientos y sentimientos destructivos.

 

La ira proviene del exterior, lo que implica que no es parte de tu naturaleza. Reconocer tu ira es el primer paso para encontrar la calma desde adentro hacia afuera.

 

Soltar esa sensación es fundamental para salir del lugar oscuro en el que nos encontramos y que no nos hace bien. A veces, podemos encontrar alivio en actividades como golpear una almohada, gritar en soledad, abrazar un árbol, o cualquier otra acción que nos permita liberar la tensión acumulada.

 

Esta transformación personal nos enseña a tener el control de nosotros mismos, a ser más conscientes de lo que hemos vivido. Pulir y hacer brillar el diamante que somos implica descubrir nuestra verdadera esencia.

 

Cuando recuperamos la calma y la tranquilidad, y nuestra mente se aquietada, es importante intentar comprender la situación que nos ha llevado al desequilibrio. Este entendimiento nos orientará hacia la capacidad de enfrentar futuras circunstancias con mayor serenidad.

 

Cada situación en nuestras vidas nos brinda una oportunidad para aprender y crecer, iluminando nuestro camino en la vida.

 

 

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